lunes, octubre 31

El primer gran cártel del narcotráfico (Segunda parte)


En el libro: “Los Nazis en México”, se menciona que en el frente político del primer cártel mexicano jugó un papel fundamental el que fuera gobernador de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, quien junto con Donato Bravo Izquierdo, ex gobernador del Estado de Puebla, había adquirido una amplia experiencia para sus actividades ilícitas en los ámbitos diplomáticos y legislativo.

Los servicios de inteligencia de los EU se aventuró a deslindar las actividades de los principales integrantes del cártel. Francisco J. Aguilar, era la cabeza del contrabando; el también priísta potosino, Gonzalo N. Santos era el encargado de las relaciones políticas; y Bravo Izquierdo, era el responsable de el “lavado de dinero”.

Además de tener la función de introducir drogas en los Estados Unidos, el primer gran cártel mexicano era también la red más grande de espionaje al servicio de los agentes de la Gestapo y de la Abwehr. N. Santos y Bravo fueron capaces de infiltrar espías hasta en el equipo del presidente Manuel Ávila Camacho. El primer gran cártel conformado por reconocidos políticos del viejo priísmo y apoyado por los nazis y nipones tenían otra misión que cumplir: si el conflicto bélico lo requería, tenían que volar los pozos petroleros mexicanos.

El modus operandi del primer gran cártel mexicano era el siguiente (de acuerdo a información que se encuentra en el Departamento de Estado (USA): “Han convertido la venta ilícita de heroína en una actividad cotidiana. Es traida desde Hamburgo hasta Veracruz a través del barco de vapor alemán Orinoco. Posteriormente, es enviada hacia la ciudad de Puebla en automóviles conducidos por mensajeros personales. Pasa por la Ciudad de México, San Luis Potosí y Laredo”.

“Por otra parte, heroína y opio proveniente de Nanking, a través de Japón, es enviada hacia los Estados Unidos. Llega en barcos a Manzanillo, Colima., y de ahí hacia los estados de Chihuahua o Baja California para pasarlo hacia el otro lado.

Pero hubo otros políticos involucrados. Un reporte enviado a los Estados Unidos dice: “En los años de la Segunda Guerra Mundial, un gran yate privado con bandera estadounidense de nombre Blue Eagle se conducía de manera sospechosa cerca de Veracruz. El capitán respondió con evasivas al ser interrogado. Al abordar el yate, las autoridades mexicanas encontraron opio y morfina. Detuvieron al barco y lo llevaron al puerto. Unas horas después el gobernador de Veracruz, de filiación priísta, Miguel Alemán fue a la oficina de la guardia y pidió que el barco fuera devuelto. Se rechazó su petición por no tener autoridad., pero horas después y luego de contactar a la Ciudad de México, Alemán Valdés logró que el barco junto con la carga fueran devueltos para que siguiera su trayecto.

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