Es un mito que Francisco I. Madero haya redactado el Plan de San Luis en el que convocaba al pueblo de México a iniciar la revolución el día 20 de noviembre. La realidad es que la mentalidad de un espiritista e inexperto político como lo era Madero, no le permitían redactar un plan como el que se conoce, distante de una ideología por lograr la democracia por medios pacíficos. Por lo tanto, el revolucionario pidió a otras personas entre los que se encontraban ex magonistas, ex reyistas y abogados, le redactaran el documento cuya principal demanda era la anulación de las elecciones de 1910. Ésta ha sido la conclusión no solamente de quien escribe estas líneas sino de historiadores e intelectuales luego de un análisis, preguntas y dudas respecto a la incompatibilidad del Plan de San Luis con el maderismo.
La historia oficial también dice que el 20 de noviembre estalló la revolución, falso. La fecha elegida por Madero por órdenes de los espiritus con quienes tenía comunicación tuvo poca convocatoria, y el movimiento prácticamente inició meses antes consolidándose con el paso de los días pero no como lo previó Madero sino con el sentido social que al movimiento le dieron Francisco Villa y Emiliano Zapata. Por lo tanto, el 20 de noviembre es la efeméride menos maderista de toda la biografía del personaje espiritista, homeópata y que tenía una estatura de 1.50 cms.
También es falso que Francisco I. Madero comprendiera los problemas de la mayoría de los mexicanos. Un aristócrata de finales del siglo XIX y principios del XX, siendo parte de una clase elitista y beneficiaria del régimen porfirista difícilmente podía conocer y comprender los problemas y el nivel de vida de los mexicanos pobres. El mal llamado “apóstol de la democracia”, para ser un verdadero líder revolucionario debió haber nacido y vivido bajo las condiciones de pobreza o haber sido un campesino sin tierra propia; en consecuencia, Madero no podía comprender los objetivos y los anhelos de Villa y Zapata, por el contrario, trató de “apaciguar” la lucha agraria de Emiliano Zapata al ofrecerle una hacienda a cambio de que se olvidara de los campesinos.
Madero resultó un traidor y un aristócrata que valiéndose de la falta de democracia en el país y de la pobreza de una mayoría, quiso cumplir una misión impuesta por espirítus desconocidos, una orden de la “divina providencia” (como el propio Madero lo había expresado) de quitar al dictador, Porfirio Díaz.
Son pues algunas consideraciones que nos da la verdadera historia de México y que merecen ser tomados en cuenta, a fin de replantear nuestra percepción sobre la Revolución Mexicana, para valorar a los verdaderos héroes como Emiliano Zapata y Francisco Villa, que mediante el movimiento armado buscaban justicia social, desarrollo equitativo, no tanto la renuncia de un presidente, que era lo que solamente buscaba Francisco I. Madero, un demócrata impuro.
