martes, diciembre 25

Mi mejor regalo de Navidad, un amigo

Recordar es volver a vivir. Y sí, frente al árbol de la navidad y utilizando mis letras hago un viaje al pasado, hasta el 25 de diciembre de 1987 para volver a vivir el encuentro con un amiguito, con uno de los mejores que tiene el hombre. Este bloggero tenía en ese entonces, 11 años.

En la mañana de cada 25 de diciembre y desde que tenía 6 años, tenía la costumbre de despertarme antes que toda la familia, ¿qué niño no lo hace, verdad? ¡Todos lo hemos hecho! Me gustaba acercarme a la sala de la casa a paso lento, tratando de no hacer ruido para no despertar todavía a los demás pues quería estar sólo, disfrutando la silenciosa mañana de la navidad y el olor a papel de regalo, de muchos que siempre había delante del nacimiento. 

Aquella mañana del 25 de diciembre de 1987, apliqué la costumbre ya compartida; me fui caminando a paso lento hacia la sala y tratando de no hacer ruido. Al llegar a la sala, lo primero que vi fue lo que en anteriores navidades no había visto, ni siquiera me imaginé que llegaría a ver lo que no se hace con los regalos de la navidad; todos se encontraban arriba del comedor. Voltee mi mirada hacia el nacimiento, vi una caja de cartón, de la que salía la cabeza de un perrito, sí, era un cachorrito, un alaska malamute, que se asomó al oir mis pasos pero retrocedió por miedo cuando me acerqué.  No tenía un collar sino una cinta con la que se hacen los moños para regalos, y traía una tarjetita que decía: De: tía Lite / Para: David. 

Ante el miedo del perrito por salir de su caja, no intenté sacarlo, por el contrario, para ganarme su confianza extendí mi mano para que me saludara, -Salúdame, dame la mano. El cachorrito entendió y accedió a saludarme y así empezamos una vida de 11 años, juntos, conviviendo, disfrutando su compañía y su nobleza. Ese amigo, fue el mejor regalo de Navidad.

No imaginaba en aquella navidad de 1987, que lo que estaba viviendo sería un recuerdo que me permitiría disfrutar la navidad presente (difícil y con sentimientos encontrados) lo mejor que se pueda. Recordar es volver a vivir, y ante las adversidades, hay que recurrir a los buenos recuerdos para fortalecer nuestro espíritu.





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